Cada marzo peregrino para disfrutar de la floración de los frutales allá donde lindan Catalunya y Aragón. La madre Naturaleza actúa,, en esta ocasión guiada por la mano del cultivador. El lienzo multicolor formado por la eclosión al unísono de millones de flores y las marcadas geometrías en que se dispone, hacen que en este paraje se multipliquen las oportunidades para cualquiera que disfrute detrás de un objetivo. No os perdáis Aitona y sus aledaños.