Cuando una pita empieza el proceso de desaparición, entona su canto de cisne en forma de réquiem policromado. El verde uniforme de sus hojas empieza a mutar hacia el negro mortuorio dejando por el camino toda una gama de amarillos naranjas y rojos que nos permiten dar un fondo interesante a los dibujos que conforman sus múltiples cicatrices.